domingo, octubre 08, 2006

Extraños sucesos en la mazmorra

Bruno Marcos
El blog tiene los días contados por esa extraña simetría que me he impuesto a mí mismo de finalizarlo cuando cumpla un año, esto tendrá lugar el 8 de noviembre. Tan acusado como he sido de nostálgico recalcitrante ahora, con propiedad, podría tener nostalgia del propio blog. ¡Un año! Increíble, ¿acaso sea yo alguien concienzudo, un trabajador, o un pesado? Dicen que casi todos los blogs expiran antes de cumplir 15 días, que es un género descomunal en número pero efímero en casi su totalidad. No sé, tal vez esto pueda ser un documento de lo que ha sido un año en la vida de un hombre, algo de ese año. Lo decía el de r. citando a Walt Whitman en un comentario, quien toca esto no está tocando un libro está tocando a un hombre.
No obstante en los estertores del blog personajes nuevos pugnan por entrar.
El martes pasado el alcaide de la mazmorra nos convocó a todo el departamento para perder los estribos ante nuestros ojos. Nosotros nos negábamos a ir de comparsa, a hacer bulto, a una inauguración esplendorosa a la que asistía el mismísimo virrey con boato y oropeles mientras en la mazmorra debíamos ejercer en una considerable indigencia. Fue tal el ataque a nuestro caudillo que quedamos consternados. El alcaide para justificar su despropósito, gritos y amenazas, nos culpó hasta de que él perdiera los papeles porque según él, palabras textuales: “...su madre era prima hermana del Santo Job”.
Reuniéndonos extraordinariamente en las esquinas o debajo de escaleras decidimos enviar una embajada en son de paz hasta las dependencias del alcaide. Pedimos al caudillo que se mantuviera lejos. Yo me ofrecí a componer esa comitiva mediadora siempre y cuando, por ser nuevo, no llevase la voz cantante.
Total que cedimos y la más veterana accedió a ir a los fastos. Los alumnos por su parte había creado su estructura asamblearia y especulaban con hacer una protesta en medio del abracismo político. Me costó Dios y ayuda disuadirles. “Dada la situación -les dije- más tensión es imposible, no lograríamos nada, sólo falta que nos disuelvan y nos peguen”.
A la vuelta me cuentan que el más heavy de ellos, el que siempre se quita la muñequera de pinchos cuando entro en clase -no sé si en gesto de paz o para escribir mejor- se había acercado al virrey y le había contado sotto voce nuestra situación. El caso es que le debió caer bien y preguntándole el nombre de nuestro alcaide le prometió llamar al día siguiente y enviarnos una dotación especial por ser tan pobres. De la llamada hasta ahora no se sabe nada. Cosas, gestos, de virreyes.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Esa mazmorra se presiente como escenario de grandes acontecimientos que un espíritu crítico-irónico sabrá narrar. Creo que tu gusto por la simetría no debe acabar con la vida del blog. ¿Cuantas veces se tiene a un descendiente directo de santos varones al lado, para narrar sus hazañas?

octubre 11, 2006 4:35 p. m.  

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